La tentación por acariciar la barriga de un gato es inevitable, pero cuanto tratas de hacerlo, te responden con un rasguño o una mordida. ¿Por qué pasa esto? Acá lo vamos a entender.
"El vientre es una zona extremadamente vulnerable para los gatos. Exponer esta área va en contra de sus instintos de autoprotección”, explica la doctora Mikel Delgado, experta en comportamiento felino de la Universidad de California.
¿Por qué a tu gato no le gusta que le acaricies la barriga?
Existen cinco razones principales, empecemos por la más obvia:
- Instinto de supervivencia
En la naturaleza, exponer el vientre significa ponerse en una posición vulnerable frente a los depredadores. Un estudio publicado en el Journal of Feline Medicine and Surgery encontró que incluso los gatos domésticos mantienen esos instintos de autopreservación.
- Zona hipersensible
El vientre de los gatos tiene una alta concentración de receptores táctiles, lo que lo hace sensible. Para que te des una idea, la estimulación de esa área puede abrumarlos, por lo que reaccionan de forma defensiva en la mayoría de los casos.
- Malinterpretación de señales
Cuando un gato muestra su barriga, a menudo es señal de confianza, no una invitación a tocar. Eso tenlo muy en cuenta cuando quieras acariciar a tu michi.
- Estrés
De acuerdo con la doctora Sharon Crowell-David, profesora de la Universidad de Georgia, “tocar el vientre puede desencadenar una respuesta de 'lucha o huida' en muchos gatos". Su investigación, publicada en el Journal of the American Veterinary Medical Association, demostró que el contacto no deseado en el área abdominal aumentaba los niveles de cortisol (hormona del estrés) en un 40% en gatos estudiados.
- Personalidad
No todos los gatos reaccionan igual, algunos -como los que socializaron desde bebés-, pueden disfrutar las caricias en el vientre. Mientras que otros no. Tú mejor que nadie sabe qué le gusta a tu felino y qué no.
¿Cómo tocar la panza de tu gato de forma correcta?
Concéntrate en acariciar áreas que generalmente disfrutan, como la cabeza, las mejillas y la base de la cola. La clave está en aprender a leer el lenguaje corporal de tu gato y respetar sus límites.
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Recuerda que lo publicado en Patas en Casa no reemplaza la opinión de un profesional de la salud animal. Antes de incluir o excluir cualquier elemento de su rutina, acude a un especialista certificado para obtener una recomendación que se adapte a las necesidades específicas de tu perrito o gatito.